Un poco más
Lo recuerdo tan claro como mi emponzoñada mente me permite. De la 1a vez solo recuerdo caos. Oscuridad. Esa sensación de vivir un sueño y despertar de una pesadilla. Ese jodido umbral de no saber si fue real o si solo lo imaginé. Si el culpable del miedo es tu realidad o mi subconsciente.
De la 2a vez no tengo salvación.
A tu lado me sentía como un conejito indefenso que ha encontrado un lobo diferente. Segura de los demás peligros; envidiada y temida por los de mi mismo pellejo. Acurrucada en un cálido manto de piel de depredador. Acurrucada como aquel día, bajo el que proclamamos nuestro árbol. Nuestro lugar. Una marca en la tierra de que tú y yo habíamos decidido existir juntos, compartiéndonos.
Empezaste poco a poco, como siempre. Nada demasiado cantoso, todo teñido por el sutil velo de estar enamorado. De querer quererme más. De intentar acariciarme el alma. De tocarme el corazón.
Una desgracia que mi piel estuviera de por medio, ¿no?
Decidiste que entrarías en mi interior, sí o sí. Si no era tocándome el corazón... buscaste otra manera para estar dentro.
Recuerdo que nos fuimos por que se hacía tarde. Mi obsesión por el tiempo te dio a ti el necesario para congelarlo.
El rincón de las mesas de madera apartadas parecía ser tu favorito. Disfrutabas más de estar ahí que de estar bajo nuestro árbol.
Más oscuro. Más apartado. Más seguro.
La cueva perfecta para que el lobo sacara sus dientes.
No recuerdo como me convenciste para ir ahí en lugar de seguir caminando hacia casa. Solo hay un vacío en blanco que se acaba en seco en uno de nuestros besos. Uno. Otro. Y otro. Y otro tras otro tras otro.
"Un poco más."
Los besos cada vez implicaban más cosas que solo los labios.
"Un poco más."
La voracidad insaciable del cazador que ya tiene a la presa capturada. Si intento recordar, nada tiene forma. Solo noto agarrones en la piel e imágenes como fotografías quemadas.
Un poco más.
Un poco más.
Unpocomasunpocomasunpocomasunpocomas.
Bam.
Llego el punto en que ya no podías ir más allá. Estabas al máximo.
Recuerdo agarrarme a la mesa boca abajo y notar las astillas clavarse en la palma de mis manos. Notar como el borde de la mesa me golpeaba en los muslos con tus embestidas. Notar tus pantalones a la altura de mis tobillos. Cerrar los ojos tan fuerte que dolía. Darle a mi cerebro la orden de morderme el labio, deseando que nadie nos oyera. Acabar fingiendo gemidos para conseguir que eso se acabara lo antes posible. Rezar por ver un charco en las cercanías una vez me incorporará. Notar como toda la sangre de mi organismo se evaporaba cuando te vi sonriendo al comprobar que habías decidido no dejar prueba del delito fuera de mí.
Me vestí y golpeé la mesa. La pateé. Me dolieron esos puñetazos y esas patadas. Me estiré de los pelos, intentado arrancar los recientes recuerdos de mi cabeza, arrancándome mechones. Me dolieron esos tirones. Me apreté tan fuerte los ojos llenos de lágrimas que me dolieron durante horas. Me dolía todo por dentro. Me sentía revuelta, descompuesta, expuesta, usada. Y sentía que me merecía todo eso por no haber sido capaz de gritar no. Se ve que los susurros quedan silenciados por los "un poco más". Necesitaba haber gritado en esa situación donde solo se me quebraba la voz.
Fui tu cómplice en este crimen hacia la única persona que estará toda la vida conmigo: yo.
No sabes como me dolía todo. No sabes como me dolió estar días sin poder dormir tranquila. No sabes como me dolió golpearme el bajo vientre durante semanas. No sabes como dolían los arañazos en la piel, intentando borrar todas aquellas huellas invisibles que me dejaste. Intentando llegar un poco más profundo. Intentando llegar hasta donde habías perforado, para salvar a esa chica que fue incapaz de gritar.
Desde entonces tengo miedo a las calles oscuras. Tengo miedo a los desconocidos. A todos.
Si alguien que me quería pudo hacerme esto, me da pánico pensar que no podría hacer alguien que no se sabe ni mi nombre.
Tengo miedo a que mi nombre siga pudiendo estar en tus labios. No quiero que lo que me hace ser quien soy siga siendo nombrado por la persona que me hizo dejar de ser yo.
Tengo miedo al compromiso. A confiarme y dejar que alguien vuelva a mancillarme sin mi permiso.
Tengo miedo de mi propia ira. La que derrame contra esa mesa y que fui incapaz de soltar sobre ti.
Tengo miedo a llorar. Por que cada vez que lloro lo recuerdo todo, y cada vez que paro otro fotograma de la película queda sobreexpuesto por la luz de la verdad y hace que lo olvide.
Tengo miedo a olvidarlo y que alguien me vuelva a hacer lo mismo.
Tengo miedo a recordarlo y tener ese peso en la cabeza siempre.
Me dejaste rota y solo me mantiene pegada el miedo.
Noto en mi cuello las frías manos de los secretos que me has hecho tragar con el miedo. Mi garganta está completamente congelada y de mi boca solo salen mis últimos alientos entrecortados. No puedo hablar de ello. Me has robado la voz.
Pero aún quedan palabras. Manchas con formas de letras que no te dejarán impune. Aunque nadie las lea, te dejaran por siempre retratado.
Al final solo me mataste un poco más.
Comentarios
Publicar un comentario